Al finalizar los baños de gong, mucha gente me pregunta qué es lo que siento cuando estoy tocando. Así que hoy te voy a hablar de mis sensaciones a la hora de tocar gong. Que ocurre mientras toco y al finalizar, en esos minutos de silencio que siguen a las olas de sonido y vibración.

Una pregunta habitual

Pues si, es una pregunta bastante frecuente que ma hacen los asistentes a un baño de gong y no es de extrañar. Si quien está recibiendo tiene un sin fin de experiencias que tendrá el que está pegado a los gongs.

Como te puedes imaginar, no es lo mismo estar tocando que estar recibiendo, pero te puedo decir que también me hago mi pequeño viaje, condicionado por la atención que tengo puesta en la sala, claro.

Cuando estoy tocando el gong me meto totalmente en la ola del sonido y dejo que me lleve por las distintas frecuencias que se van creando al percutir la maza contra el metal.

En ese fluir incorporo el movimiento de todo el cuerpo. Soy practicante de Tai Chi y Qi Gong y cuando toco me muevo como si estuviese en mi práctica diaria sintiendo como el chi es activado por el sonido. Ese movimiento es el que va creando la carencia en los toques  y la intensidad de los mismos. 

Las dos sensaciones más habituales:

Imagen de una espiral de el universo
  • Al estar tan cerca de los gong la primera es más física. Noto la vibración como golpea mi pecho y lo expande. Siento, totalmente, la potencia del sonido en todo el tronco.
  • La segunda es más etérica. Muchas veces cierro los ojos y me veo en el Universo. Viajando por él; flotando entre las estrellas; moviéndome como si se tratara de un pájaro que vuela por el cielo.

Pero no sólo hay dos sensaciones muy claras. También tengo dos imágenes que se suelen repetir cuando toco los gongs. Mejor dicho, mis gongs, porque cada uno es diferente y supongo que cada gongero tendremos nuestras propias vivencias en este sentido.

Una ya la he comentado. Me refiero al Universo. Esta, la suelo ver más claramente en los baños que doy para la gente.

La segunda la veo, sobre todo, cuando toco el gong en mi casa para mi. Es el interior de la Tierra.

Me encanta el sonido que produce el gong más grande (gong tierra). Un sonido grave y muy profundo que en muchas ocasiones es intimidante, potente y grueso pero que me lleva al interior más profundo de la Tierra escuchando su rugido. Un rugido poderoso, si, pero que abraza.

Volviendo a los baños de gong.

Cuando me dejo llevar ya he comentado que vuelo por el Universo pero claro, poquito. Al fin y al cabo estoy siendo el canal para transmitir lo que haya de ser transmitido a cada persona que está recibiendo la sesión.

Aunque disfruto muchísimo cuando toco no estoy para tocar como a mi me apetezca hacerlo, sino, para escuchar que pide la energía de la sala y que el sonido que emana de los gong haga su trabajo.

En ocasiones yo también voy a baños de gong que dan compañeros para tumbarme y tener mi experiencia relajado y despreocupado. De esa manera sé lo que siente el que da y el que recibe y así, desde la experiencia de estar en los dos lados, podemos comentar al finalizar las sesiones.

¿Y al final de la sesión?

Hombre meditando delante de un atardecer en el mar

Cuando se hace el silencio aparecen dos emociones a lo bestia. Si, ya sé, otra vez dos, todo en parejita.

Pues eso, que me invade una profunda calma que brota desde el interior de mi cuerpo y se funde con la otra emoción, una gran alegría y felicidad por haber estado al servicio del sonido reparador y sanador.

Es como estar en un momento de paz absoluta y armonía.

En el siguiente artículo os contaré acerca de mi ritual antes de cada sesión.